Hipocresía




Ya comenté hace unos días mi opinión acerca de la cultura actual, que incluye tanto entrevistas a personajes televisivos y de la farándula, como a escritores y artistas en general. De cómo se ha conseguido desvirtuar una palabra con tanto significado, gracias a un Ministerio inútil, dirigido por infaustos ministros, y enfundados en lo políticamente correcto, y para evitar disgustos a mamás, y traumas a los adolescentes, permiten que cualquier imbécil acceda a la Universidad.

El colmo es que las llamadas "tradiciones" en las que se maltrata a los animales sean respetadas por todos, entendidas por muchos especialistas, y elevado a los altares de esta sociedad a los verdugos de seres indefensos. Porque que un individuo torture y vacile a un animal vestido de payaso, mientras le clavan pinchos en la espina dorsal es un arte, pero, sin embargo, que unos jóvenes embriagados por vino de mesa y bebidas carbonatadas es un acto vandálico. Y, sin embargo, la consecuencia es la misma. El animal acaba muriendo de una forma vil y repugnante. 

Yo, como antitaurino declarado que soy, no puedo sino alegrarme cuando veo "accidentes" (si es que se puede llamar accidente y no consecuencia lógica a ponerte frente a un astado de 600 kilos con mala hostia), como el acaecido con Julio Aparicio hace unos días. Si, ya se que Julio Aparicio también es un animal, pero la nobleza que demostró la res, es equiparable al bochorno que me provoca el ver a un torero matar a un animal. Al igual que me alegro cuando pierden los equipos grandes de futbol frente a jugadores de equipos de barrio (Alcorcón, cuanto te quiero), o cuando el feo se lleva a la chica en las películas. Porque esas cosas demuestran que por un día, y aunque sólo sea por unos momentos, no siempre gana el más fuerte, ni el favorito. Y eso hace nuestra vida interesante.

Ahora, todos los medios se echan las manos a la cabeza, y exigen que les corten a los hijos de la gran puta, con perdón de sus madres que no tendrán (toda) la culpa de que sus mozos apalearan a la vaquilla, la mollera. Y yo aplaudo tal premisa. No obstante, no puedo (ni quiero) obviar que todos los días, en todas las fiestas regionales de todas las ciudades y pueblos de este maldito país de salvajes, se celebran corridas de toros, vaquillas son maltratadas y vilipendiadas, se hacen toros embolaos... Y aquí nadie dice nada. Al contrario, todos los medios de comunicación mandan a su reportero más dicharachero y juvenil para hacer el tonto junto con el resto de mozos pueblerinos, y para que chillen cuando se les acerca una vaquilla de 90 kilos.

Las manos a la cabeza cuando pillan a un torero, y a los ojos, cuando mueren los animales. Y la pica clávatela en los cojones, a ver que tal te sienta. Cabrón.

2 comentarios:

María Arce España dijo...

Creo que por una vez no te daré la razón. (se que no te sorprende)

No me puedes comparar una buena tarde de toros a partir de las 18:00 con el fruto de la inconsciencia y borrachera de 9 pelapezuñas de tres al cuarto.

Lo siento pero no, no es lo mismo. Te demostré en su día que la gente cuando ve que el toro sufre en exceso abuchea al torero por que significa que está haciendo mal lo que debe hacer bien.

Cuando quieras volvemos.

María Arce España dijo...

Por cierto, si te doy la razón en lo de los toros embolaos o el toro de la vega.