Sobre la futurología y el encofrado




Me encantan los libros antiguos de hojas amarillentas, portadas sencillas y con una capa de polvo que hacen ver la solera que poseen. Las viejas cajas con libros de mis padres de su época estudiantil me encandilan, y disfruto hasta límites insospechados cuando descubro detalles obsoletos en teorías que aún hoy, mis padres dan por ciertas y absolutamente ciertas. En ocasiones, usar estos libros de como fuente de informacion y lectura viene muy bien, porque pueden hacer hincapié en detalles hoy en día dados por conocidos. No obstante, no son fuentes absolutamente fidedignas, ni mucho menos. Recientemente he leído libros que hablaban de la telefonía inalámbrica como un hito a realizar, para mostrar el poderío de los Estados Unidos, de una inacabable Guerra Fría que estimaban duraría 150 años, de lo libertinos que eran los franceses en los 60, y libros que pretendían instaurar la Teoría de Lamarck, dinamitando la teoría Darwinista. 

Pero ayer, cayó en mis manos un libro de arquitectura, escrito en el año 1948, y con edición en 1971 por una editorial argentina. 62 años son muchos, y más si hablamos de arquitectura, teniendo en cuenta que por aquel entonces, apenas la Bauhaus intentaba seguir adelante con la construcción de edificios, por entonces estancada en el fango de la mediocridad y la rutina. Bruno Zevi, el creador del incunable del que hablo, asegura, y con razón, que pese a ser considerada como una de las Bellas Artes por la escuela alemana, apenas posee espacio para el hambre artístico del ciudadano medio, acostumbrado a la pintura, la escultura, la poesía, o la música. Lamenta el escaso aprecio que se tiene a un arte gracias al cual, cada topo tiene su madriguera, y las ciudades llevan un orden. El nuevo disco de Bisbal es portada de la seccion de Cultura de cualquier periódico de este país, pero el peso mediático de exposiciones de Frank Lloyd Wright en el Guggenheim es ínfimo comparado con la última película de Almodóvar y su banda de travestis y marujas. Las radios y televisiones esquivan la información relativa al tema, salvo si hay algun alcalde imputado en algun delito de corrupción. Esto ocurre ahora, y lleva siendo igual desde 1950, aunque hoy en día hay que agradecer que revistas especializadas se dediquen al tema, tanto de manera impresa como por internet. Eso, al menos, es un paso adelante.

Bruno Zevi se plantea, y con razón, que el problema existe por los libros sobre arquitectura que hasta entonces se habían escrito (y que se han seguido escribiendo por ingenieros y criticos de arte). Resulta arduo para alguien no iniciado en el campo de la edificación y la ingeniería comprender términos como movimiento, orgánico, o ligereza, en moles de hormigón y acero que, para la absoluta mayoría de la población no son mas que cajas que guardan en su interior algo. La belleza de un edificio se mide según su fachada, quedándose en ese nivel superficial, sin ahondar más en la estructura, los espacios libres de su interior, la distribución... Es decir, la arquitectura, se tiene en cuenta como otro tipo de escultura mucho más cara. Y este planteamiento sirve en ocasiones muy contadas. En concreto, mas allá de la época barroca, en la que las fachadas curvas, las columnas salomónicas, y el color eran predominantes, no se puede realizar. Hoy en día, nadie levantaría la vista para mirar un edificio de Mies van der Rohe. No resulta estridente a la vista, y hace que sus obras pasen desapercibidas por la muchedumbre, lo cual es bueno desde el punto de visto urbanístico, y que provoca que los interesados en sus edificios necesiten ver sus obras desde el interior. Porque de esa manera es como se debe contemplar la arquitectura, desde dentro, visitando los espacios creados, el integramiento de los materiales constructivos con el exterior, los planteamientos estructurales realizados. Aunque se entiende perfectamente que el turista medio no sepa qué hacer ante una mole de hormigón y cristal de 170 metros de alto y miles de toneladas de peso.

Luego, uno se da cuenta de que, en realidad, a nadie le interesa la arquitectura como arte, sino como algo funcional y que debe cumplir su función, olvidándose de la estética, y guardándola para el "auténtico arte", representado por la pintura, el cine, la escultura, y las verónicas de José Tomás

Bruno Zevi, 62 años antes, escribió una versión extendida de este artículo que acabo de realizar. Y eso si es arte. El arte de la clarividencia y el pronóstico. Y que venga Aramis Fuster ahora, si tiene pelotas.

6 comentarios:

María Arce España dijo...

Hombre, las verónicas de José Tomas son arte. xD

De todas formas si me ha parecido interesante el artículo. Lo único que yo por ejemplo, miro una iglesia, o un templo griego más como arte arquitectónico. No se apreciar muy bien lo d ela distribución y eso que señalas. Eso es más para arquitectos o similares propiamente dicho.

Pero desde luego te digo, que me pongan cualquier Miró delante que a mi sólo se me caen las bragas viendo la planta arquitectónica de Santiago mismamente.

David García Verdejo dijo...

Es que el tema es que la arquitectura griega estaba hecha para eso, para disfrutarla y contemplarla desde fuera. Por eso las columnas y los adornos estaban por fuera. No obstante, hoy apenas veras edificios con adornos en la fachada. Por que lo mportante es el vacio que se forma en el interior.

María Arce España dijo...

A eso es a lo que voy. El interior de hoy en día está hecho para ser contemplado artísticamente o funcionalmente?

David García Verdejo dijo...

Ambas formas son perfectamente compatibles. Pero lo que ha cambiado es el canon de la arquitectura. Hoy la fachada es el recipiente del interior, y el interior es un vacio provocado a proposito, que debemos contemplar. Si funcional o artistico es indiferente, porque depende del autor y del edificio y su mision.

Lo hice yo dijo...

Hoy en dia, en cuanto a lo que se construye, soy mas partidaria de la arquitectura por su funcion mas que por su arte.
Pero en cuanto a la arquitectura griega, he dedecir que para mi cumplia las dos, tanto la funcional como la artistica. Y ver un edificio o construccion como aquellos me satisface sobretdo por la originalidad y la inteligencia que alberga. Porque las de hoy en día pretenden ser demasiado espectaculares, no por decoracion, sino por impresión. En mi opinon, como crear un "shock" al espectador. Pero ver que con los materiales de aquellas epocas podian hacer semejantes cosas no compite con cóm ha evolucionado hoy en dia las cosas para q me impresione el cómo ha podido hacerse algo de hoy.

David García Verdejo dijo...

La arquitectura griega, querida Vokina, dejaba mucho que desear en lo que a funcionalidad se referia. De hecho, el Partenon era un simple rectangulo de piedras sin ventilacion. La arquitectura griega hoy en dia se tiene en cuenta porque es la base de la arquitectura romana, autentica artifice del desarrollo de la arquitectura moderna, y que toma como base la griega, pero desarrolla los huecos en las paredes para ventilacion y contemplar paisajes.

Aunque eso si, las fachadas estaban mucho mas labradas las griegas que las romanas. Por eso, precisamente, la arquitectura griega se tiene mas en cuenta como escultura que como arquitectura.