Rennes-le-Château es un pequeño pueblo situado en el Cantón de Couiza, al sur de país, muy próximo de la frontera con Andorra y España. Según su censo de 1999, su población apenas alcanza las 111 personas, aunque, pese a ese dato, Rennes-le-Château es un pueblo con extensa historia, con importancia histórica para su país, y con personajes que allí vivieron que hicieron la vida de todos los habitantes, cuanto menos, interesante.
De hecho, que un pequeño pueblo situado en los Pirineos, sobre un promontorio, posea restos megalíticos, datados de hace 6500 años, además de vestigios romanos, visigodos, castillos construidos por los cruzados a pocos kilómetros del propio pueblo, no debería hacer sino provocar envidia. Incluso el Camino de Santiago, que conectaba el norte de Europa con Santiago, pasaba a apenas unos kilómetros de allí. Pero lo que llama la atención de este pueblo, para los interesados en temas históricos y religiosos, es la leyenda que rodea al párroco Bérenger Saunière, y su misteriosa fortuna. Y, para que luego digais que no os doy nada, os la voy a regalar, para que penseis en ello un poco.
La leyenda cuenta que el párroco Bérenger Saunière (1852-1917) habría encontrado unos documentos o un tesoro secreto en uno de los pilares del altar de la iglesia mientras llevaba a cabo una reforma de la misma; cuestión que en su día corroboraron dos de los seis obreros que trabajaron en la obra, que fueron supuestos testigos, y que aún vivían en 1958. Dos pergaminos, que están reproducidos y expuestos en el museo del propio pueblo, serían parte del secreto que fue encontrado por Saunière. En uno de ellos se muestra el árbol genealógico de la dinastía merovingia, cuyos miembros, según algunas teorías que interpretan esta leyenda, serían descendientes de Jesús de Nazaret.
Se dice que al mismo tiempo que el cura descubrió el secreto oculto en la iglesia, su nivel de vida se disparó, y empezó a frecuentar selectos y restringidos círculos entre cuyos integrantes no faltaban miembros de la realeza europea. Los escépticos apuntan que este enriquecimiento se debía a que el padre Saunière vendía misas, haciendo caso omiso a las estrictas limitaciones de dicha actividad indicadas en el código eclesiástico; y que además solicitaba donativos para la construcción de una residencia de sacerdotes ancianos o enfermos que nunca se edificó, fondos que desvió muchas veces para su propio uso, pero que otras veces, utilizó para mejorar las carreteras de acceso al pueblo, o incluso, hacer que instalasen las instalaciones de agua caliente a los vecinos del pueblo.
De igual modo, la leyenda asocia el descubrimiento del fabuloso tesoro al inicio de una serie de peculiares construcciones en el pueblo, tales como la Torre Magdala -dedicada a María Magdalena-, así como la reconstrucción de la iglesia parroquial, en la que el abate dejó varias señales, como una inscripción en la entrada en la que se lee: Terribilis est locus iste (Este lugar es terrible, cita extraída del Génesis). Esculturas representando al demonio Asmodeo, guardián de los secretos, y un viacrucis muy peculiar también adornan esta parroquia. Al mismo tiempo Saunière también habría llevado a cabo una "reforma" en el cementerio de la iglesia, cambiando de lugar varias lápidas y borrando totalmente una de ellas.
La leyenda dice asimismo que Saunière estuvo tres semanas en París, donde pasó mucho tiempo en el Museo del Louvre y compró reproducciones de tres cuadros sin vinculación aparente entre sí: Los pastores de la Arcadia de Poussin, un San Jerónimo de Teniers y un retrato anónimo del papa san Celestino V. El cuadro de Poussin es quizá el más intesesante desde el punto de vista simbólico: en él se ven cuatro pastores frente a un sepulcro, observando una inscripción que dice Et in Arcadia ego (Y en la Arcadia yo). Algunas interpretaciones sugieren que se trata de un anagrama que, reordenando las letras, formaría en latín la frase Aquí está la tumba de Dios. El paisaje que se puede ver de fondo del cuadro pertenecería asimismo, según la leyenda, a Rennes le Château, en cuyos alrededores, curiosamente, existía una tumba al aire libre muy parecida a la representada por Poussin, y desparecida en la actualidad.
El fallecimiento repentino de Saunière es otro de los enigmas, ya que se dice que su compañera y sirvienta encargó un féretro con su nombre antes de que el cura enfermara. En su lecho de muerte, se dice que fue visitado por un sacerdote vecino, quien salió pálido de la estancia, y se negó a darle la extremaunción. ¿Qué le confesó Saunière al cura en sus últimos momentos de vida?.El secreto paso a manos de su compañera y criada, quien termino teniendo que vender la casa, y mendigar, y que se llevaria consigo misma el secreto, ya que murio al igual que Saunière, de una apoplejía critica.
Hoy en día una ordenanza municipal prohíbe expresamente excavar en el pueblo; sin embargo, los partidarios de los misterios afirman que los símbolos continúan allí para quien sepa verlos, y que éstos parecen querer ofrecer al visitantes ciertas pistas sobre lo que se oculta en Rennes le Château.
Hay quien dice que en uno de los pergaminos, venía donde había escondido un tesoro visigodo. Otros, que entre sus compañeros gracias a sus visitas a Paris, donde cantantes, pintores, músicos como Claude Debussy, estaba el hermano del Emperador de Austria, quien le habria ofrecido dinero a cambio de oficiar misas. Otros, que el secreto que el párroco escondia, fue acallado por El Vaticano, viendo en peligro su doctrina. Lo que si es cierto es que a los autores del libro El Enigma Sagrado, M. Baigent, R. Leigh y H. Lincoln, no pudieron entrevistarse con ninguna autoridad de El Vaticano para que contase su version, o al menos, consultara los Archivos Vaticanos. Este hecho es quizas el que mas sospechas levanta entre los ateos y agnosticos enterados de la historia.
Otra historia mas, que no deja en muy buen lugar a la Iglesia.
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