Mis queridos Sonny Crockett





1 de enero de 2010.
01:15 a.m.
Calle Vargas, Santander.

4 individuos de entre 25 y 30 años, ataviados con trajes blancos hacen gala de su falta de estilo y su moda barriobajera ante los transeúntes que se encuentran a su paso. Sus indumentarias, que harían correr al mismísimo Don Johnson en Miami Vice, provocan dolor de ojos, cefaleas, cegueras temporales, e incluso irreversibles. Un traje blanco, una camisa color verde manzana, una corbata blanca, y unos zapatos de imitación de piel de serpiente acabados en punta, son sus armas. Vestidos para matar, enfilan calle abajo, en busca de su tesoro. ¿Un espejo? No señor, el cotillón.

Poco más adelante, la cosa no mejora. Morcillas embutidas en repollos me reciben con miradas esquivas, conscientes de que quizás su aspecto no es el que tenian pensado hará cosa de una semana, cuando se creían la nueva Briggite Bardot del siglo XXI. Sus zapatos de tacón provoca que sus dedos meñiques de los pies se aplasten y traten de escapar por la abertura frontal de los propiamente dichos zapatos. Y las gasas del vestido azul celeste parecen querer atrapar a cualquier despreocupado marinero, que osase acercarse a semejante océano de glamour y vistosidad.

¿Qué quiero decir con esto? Que en este país aún no sabemos vestir como es debido. Que entendemos que vestir bien es disfrazarnos, ponernos ropa incómoda, y fingir que es la ropa que llevas normalmente para comprar el pan. Y así vemos luego a presidentes con trajes cortos de pernera, a ancianas rollizas intentando no parecer descocadas en exceso, cuando se visten de color púrpura. Yo no soy amigo de los trajes. De hecho, pocos trajes he visto que me gusten, si bien es cierto que eso depende en gran medida del modelo y su porte. No obstante, esta Nochevieja, el llevar un pantalón de vestir negro, una camisa gris, y una americana del mismo color, resultaba más llamativo que si hubiera ido desnudo. Lo cual no deja de ser llamativo, bien es cierto.

No quiero decir con esto que todos seamos así de cutres. Hay quien sabe cuando hay que llevar traje, cuando se puede vestir más informal, cuando sienta bien una americana, y qué zapatos elegir. Pero debemos reconocer que no es lo común. De hecho, raro es el que hoy en día sabe hacerse más de un nudo de corbata. O, incluso, quién se la sabe anudar al cuello, y dejarla equilibrada. O quién sabe elegir un cinturón en función de la ropa que lleva. Por no hablar del llevar camisas de manga corta y corbata, o lo que es peor, llevar una camisa de manga larga remangada, con corbata.

Por este tipo de cosas, me veo en la obligación de sacar una camara de fotos el año que viene. Porque algunas especies, como los búhos, sólo se dejan ver de noche. Y al igual que a Ramón García, sólo se les ve una vez al año. Y hay que inmortalizarles de una vez por todas.

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