La central de Zollverein



La cuenca del Ruhr, en Alemania, en Renania del Norte - Westfalia, al oeste del país es una macro-región industrial desde finales del siglo XIX, dedicada al carbón y el acero, entre otras cosas. Y digo bien cuando digo macro-región. Abarca 11 ciudades, 31 municipios, casi 7 millones de habitantes. Ciudades importantes como Bochum o Dortmund pertenecen a este semimundo alemán, que tiene más habitantes que Berlín. De hecho, es el 4º núcleo más poblado de Europa, después de Londres, París y Moscú.

Su pasado, minero y siderúrgico, hizo que la mayoría de sus habitantes fueran obreros de clase media-baja, lo que provocó un ínfimo desarrollo arquitectónico. A partir de los años setenta, la demanda de carbón descendió, po lo que la industria allí presente se debió reestructurar. En la actualidad, 10 de las cien mejores empresas tienen su sede en la cuenca del Ruhr. Sin embargo, las vistas eran desoladoras, todo con industrias a medio funcionar, mucha de ellas ruiosas, y apenas nada atractivo a la vista. 

Muchas ciudades alemanas presumen de sus castillos medievales, murallas, cascos antiguos. Historia que aún se puede respirar en muchas calles de Hamburgo, o Nuremberg. El Ruhr, por contra, ya en el el siglo XIX, Heinrich Böll, ganador de premio Nobel, escribió: "ningún edificio, ninguna casa ni paisaje, merece una visita y aun menos quedarse. La industria ha matado un paisaje, sin formar uno nuevo". No deja de ser curioso que gente nacida allí defina así su tierra. Sin embargo, la cosa cambió en 1989. Se planteó la idea de una "reconversión cultural", de mano del urbanista Karl Ganser. Un proyecto a 10 años, en el que se buscaba guardar ciertas zonas industriales, y desarrollar más viviendas, edificios más atractivos arquitectónicamente,  para variar el cauce económico de la región. 21 años más tarde, y 300 millones más gastados, la región ha sufrido un lavado de cara, y ha visto recompensado su esfuerzo siendo nombrada 'Capital Europea de la Cultura 2010' (toma nota, Ayuntamiento de Santander, no vale con hacer conciertos y fuegos artificiales), junto con Estambul y Pecs (Hungría).

Total, Norman Foster ha remodelado por completo el ccentro de la ciudad de Duisburg. En Dortmund, una fábrica de cervezas abandonada ha sido reconvertida en una galería de arte y centro cultural. David Chipperfield ha construido una nueva sede para el Museo Folkwang, el gasómetro de Oberhausen ahora es un Museo de la ciencia, un molino de maíza en Duisburg ahora es una galería de arte moderno, la planta de procesamiento de carbón de Zollverein ahora es Patrimonio Histórico de la Humanidad. 




Una simple mina de carbón, con un poquito de confianza en un arquitecto hábil, y un poco de dinero, te puede proporcionar eso: un complejo declarado Patrimonio de la Humanidad, que atraerá a millones de visitantes por su atractivo diseño, y que además permite mantener la historia de la región sin olvidar sus orígenes, y sin tener que soportar la visión de una vieja mina y planta de procesamiento de cabón con 135 años de antigüedad. 
Copio y pego una pequeña explicación del complejo Zollverein:


Zollverein es un complejo enorme de edificios, tinglados y depósitos, unidos por un entramado de arterias metálicas, cuyo saneamiento costó 55 millones. La caldera del complejo, remodelada por Norman Foster, alberga lo que se presenta como, "el mayor museo de diseño del mundo". Muy cerca se encuentra el Edificio Sanaa, un bloque cúbico y muy luminoso de nueva planta, de los arquitectos Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa, que pertenece a la Universidad de Arte y se dedica a exposiciones. En la "Kohlenwäsche", el lugar en el que el carbón se separaba de la piedra e impurezas, se ha emplazado el enorme y bien concebido Museo del Ruhr, que, en un impresionante entramado de cinco plantas unidas por una escalera luminosa diseñada por Rem Kolhaas, presenta una minuciosa historia de la región, su agitada etapa industrial, su actualidad y sociedad, así como diversas exposiciones itinerantes como la dedicada al "Gran juego", la competición de ingleses y rusos del XIX en el expolio arqueológico de Asia Central. No hay belleza, pero sí mucha sustancia para quien se interese por una narración de las transformaciones socioeconómicas contemporáneas. Hermann Marth, presidente de la Fundación "Zollverein", dice que esperan más de dos millones de visitantes hasta diciembre. Hasta mayo el Museo había sido visitado por 170.000 personas, explica.

Y ahora, protestamos porque a Santander no le han dado la Capital Europea de la Cultura 2016, cuando apenas hay 2 galerías de arte, un Palacio de Festivales, y un Palacio de los Deportes. Y vale, tener una de las bahías más bonitas del mundo está bien, pero n es suficiente, y, ni siquiera es cultura. Para eso, los alemanes están bien preparados. Y tener a Norman Foster siempre es garantía de éxito.

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