los mocos se congelan, endurecen,
y se yerguen, férreos tus pezones
que como pitones amanecen.
Si tus dedos hipotérmicos fallecen,
y el propio vaho se congela al instante,
usa tu sonrisa mágica y cortante,
que a los carámbanos estremece.
Tu boca, abertura que desprende
rayos ultravioletas, acogedores,
que yo recojo en contenedores,
por si a mis neuronas el frío les sorprende.
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