La Justicia, esa ironía...



Las cosas están muy jodidas en este país. Eso es innegable. Situación laboral paupérrima, situación política deleznable y una situación económica inestable. O estable, dentro de lo catastrófica, vaya. Lo cual no es consuelo de nada. Como resultado de esta ecuación de problemas, miles de personas ven la barrera del fin de mes a una distancia insalvable, teniendo que recurrir a las cocinas económicas, eufemismo para indicar 'comedores para pobres'. Comiéndose de paso, ademas del rancho que te dan, sus orgullo y su dignidad ante los demás.

Pocas salidas existen a esta situación. Un golpe de suerte con la Primitiva, un fortuito enamoramiento con una vieja rica que tenga ganas de hacer una obra de caridad... O aprovecharse del Estado, por una vez, y sacar provecho. Eso debió de pensar el hombre de 43 años de Alicante, que para poder sobrevivir ya que sólo disponía de 15 euros, estaba en paro y no tenía casa, pero sí ingenio, decidió quemar dos cajeros automáticos, y confesarlo a la Policía, para ingresar en prisión. Comida y alojamiento a cargo del Ministerio de Justicia. Una buena salida.

Si a esto le añadimos que el paisano tiene antecedentes penales, blanco y en botella. Además, a nadie se le escapa que las cárceles españolas tampoco son Guantánamo. Que se lo pregunten a Mario Conde qué tal estaba viendo la tele en su celda tumbado en la cama. Aquí no se llevan monos naranjas, ni hay sillas eléctricas. Ni alcaides malvados como en 'La Naranja Mecánica'. La verdad es que planteándose ciertas cosas desde la distancia, casi es más una salida de futuro que una condena el ingreso en prisión. Así que eso hizo este hombre. Saltarse la ley, sabiendo que sería castigado, para poder sobrevivir.

Pero como siempre, las cosas a la gente necesitada le salen mal. Ya sabeis, eso del circo y los enanos. Y la alegría en casa del pobre. Tras acudir a la comisaria más cercana a denunciar y confesar su delito, el hombre fue puesto en libertad, con cargos, y con los 15 euros aún en el bolsillo. Y con las mismas preguntas. ¿Dónde coño duermo yo ahora? Y es que la Justicia nunca es justa. Ni para bien, ni para mal.

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