¿Y qué esperabas?


Y resulta que nadie se lo esperaba. Nadie se paró a pensar que meterse en una sauna a 110 ºC y echar agua a las piedras ardientes cada 30 segundos podía ser peligroso. ¿Quién dijo miedo habiendo cárceles y hospitales, verdad? Como nadie se para a pensar que un toro de 500 kilogramos puede pasarte por encima y machacarte el esternón y la caja torácica de un pisotón. Como parece ser que tirarse desde un edificio con un paracaídas, o desde un puente con una cuerda elástica, o por un río con rápidos con una balsa hinchable. 

Luego nos echamos las manos a la cabeza, los instructores e incitadores a la práctica de esas actividades dicen que todo estaba en regla, y los parientes de las víctimas ponen el grito en el cielo. "Jamás pudimos llegar a pensar que la goma que le mantenía colgando cedería lo suficiente como para llenarse la boca de tierra..." y tal. "¿A quién se le ocurriría pensar que ese toro iba a empitonar al chaval hasta ensartarlo como si fuera un pincho moruno?". Cosas veredes. Parece ser que la gente guarda el oscuro objeto de deseo de querer ser titular en la sección de sucesos del periódico local. Que me parece algo legítimo a cada uno, ojo. Pero que luego no quiero llantos, ni pedir indemnizaciones para las empresas encargadas de estas actividades.

¿Por qué hablo de esto? Pues porque resulta que este fin de semana se ha celebrado en Finlandia el Mundial de sauna. (Si, existe, aunque yo tampoco lo sabía). Resulta que un ruso, tras 6 minutos de aguantar 110 ºC y un 90% de humedad, ha acabado entregando la cuchara durante la final. Su rival, un finés, a punto estuvo también de dejar de fumar para siempre. Un colapso por el calor tuvieron la culpa. Y claro, ahora, la policía abriendo investigación (¿?) y la organización echando balones fuera y asegurando que cada participante debe entregar un justificante médico para poder unirse a la prueba. Por supuesto, la final y el Mundial se suspendieron, y aún no se sabe si se volverá a celebrar.

¿Dónde quedaron esos tiempos en los que el fútbol era un deporte de contacto y no se necesitaban más emociones para saciar a la adrenalina del cuerpo? ¿Se merece aparecer en titulares una persona que fallece por hacer el gilipollas? ¿No deberían considerarse las competiciones de sauna y demás memeces extremas como suicidios en grado menor? ¿Por qué se permite que alguien se ponga delante de un toro suelto de 500 kilogramos, por ejemplo, y sin embargo, todo el mundo proteste cuando fumas, porque dañas su salud?

Una cosa digo: A mi el ruso este que ha palmado no me da ninguna pena. Sólo espero que sirva de lección a los demás listillos. Y si no, que prueben cosas más arriesgadas, para cabar antes: visitar Iraq envuelto en una bandera yanqui, intentar batir el récord de submarinismo en bañera rodeado de pirañas, o, ya puestos, jugar a la gallinita ciega en un campo de minas. Risas y subidón de adrenalina asegurados. Y si la palmas, te pagamos el 50% del ataúd.

2 comentarios:

Jesús Sousa dijo...

Genial xD

Hay que ser gilipollas. Desde luego, nunca acabaré de comprender tanta estupidez humana. Labrar una vida para tirarla así a la basura..

Pau dijo...

En fin, sólo puedo decir que de tontos está el mundo lleno. A rebosar!